Vacaciones. Relax. Tener tanto tiempo que ni siquiera importa perderlo. La Semana Santa supone un alto en el curso laboral (o escolar) que nos permite coger fuerzas para asumir la recta final de cara al verano. Pero si existe una palabra que pueda definir esta festividad esa es devoción. Cada año los creyentes abarrotan las calles del país para acompañar las procesiones que salen desde los distintos puntos geográficos de la península. Llueva o haga calor, es el momento esperado por muchos devotos. Y estas creencias se plasman también en la gastronomía. Y es que la Vigilia Pascual impone para los creyentes una regla gastronómica de oro: está prohibido comer carne. Por eso, para suplir el aporte energético de la carne nació hace siglos esta receta que aúna garbanzos y bacalao en salazón, un pescado imprescindible en el pasado debido a su fácil conservación. Yo he decidido rescatar esta receta porque, al margen de nuestras creencias, el plato es exquisito. Y unos cuantos mejillones no hacen sino mejorar su sabor.
Espero que os guste y que este tiempo que os he tenido sin entrada nueva se os olvide cuando disfrutéis de esta delicia.
Ingredientes:
500 gr de mejillones
500 gr de garbanzos
250 gr de bacalao desalado
Dos huevos cocidos
Dos huevos cocidos
Una cebolla
Dos dientes de ajo
Una hoja de laurel
Diez clavos
Pimentón
Pan
Preparación:
Limpiamos los mejillones y los ponemos a cocer con un chorro de agua, cuando abran los retiramos del fuego, los desconchamos y guardamos el agua de cocción.
En una olla ponemos a cocer los garbanzos en agua fría, que hemos tenido durante doce horas en remojo, añadimos media cebolla donde hemos incrustado los clavos y, finalmente, una hoja de laurel. Lo dejamos cociendo durante 15 minutos y añadimos el bacalao desalado.
Estará cociendo durante 45 minutos. Transcurrido este tiempo, retiramos el bacalao y vamos separando las espinas y la piel para que queden las lascas limpias.
El sofrito lo prepararemos con la cebolla y los dientes de ajo y, cuando se dore, agregamos la miga de pan y el pimentón.
Removemos hasta que esté bien mezclado y añadimos las hojas de espinacas que hemos lavado previamente.
Ponemos también el bacalao y los mejillones.
Mezclamos, añadimos la agua de cocción de los mejillones y de la cocción de los garbanzos y el bacalao. Este preparado lo agregamos a los garbanzos, teniendo mucho cuidado con la sal.
¡Y listo! Nuestro potaje de vigilia estará preparado para servir.
@Blogdemejillon
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